El acné es una alteración de la piel cada vez más frecuente que,
además de presentar síntomas muy desagradables, puede afectar a la imagen e
influir en la autoestima. Además de en la adolescencia también aparece en la
edad adulta y presenta complicaciones más o menos importantes. Afortunadamente
los dermatólogos encuentran nuevas soluciones para este problema.
El término “acné” se
utiliza para designar una inflamación de
las glándulas pilosebáceas de la piel. Los síntomas más frecuentes son los
comedones o puntos negros, las espinillas, los granitos y las protuberancias
más profundas llamadas quistes o nódulos. Se forma por la acción de varios
factores:
Las glándulas
sebáceas de la piel, que se encuentran en zonas como el rostro, la parte
superior de la espalda y el pecho, fabrican una sustancia oleosa , el sebo.
Éste llega a la superficie de la piel a través de los folículos pilosos
conectados con las glándulas sebáceas. El desarrollo de estas glándulas y su
actividad dependen de las hormonas masculinas, los andrógenos. La hiperseborrea es la consecuencia de
una sensibilidad extrema de la glándula sebácea a los andrógenos.
Esta grasa (sebo)
provoca que las células del revestimiento folicular segregan más rápidamente y
se aglutinen formando un tapón en la abertura del folículo. Es el fase del microcomedón en la que van a crearse
los puntos blancos (microkistes) y los puntos negros.
A veces asistimos
a la rotura del folículo que derrama su contenido provocando una reacción inflamatoria. Diversas
lesiones pueden aparecer: enrojecimiento, hinchazón y pus.
La proliferación de bacterias, posible
gracias a la presencia del sebo, segregan agentes químicos que estimulan la
inflamación.
Existen diversos tipos de acné pero el más
frecuente se llama el acné polimorfo infantil y aparece a partir de la adolescencia
en el 80% de los jóvenes. Otras formas son: el acné infantil en el recién nacido, del acné tardío que afecta 15% de los pacientes de 25-30 años, y las erupciones acneiformas que resultan de
la intervención de actores externos. Los tratamientos dependerán del grado de
la inflamación.
Actuaciones
frente al acné
El tratamiento de los acnés leves y
moderados se basa principalmente en la utilización de productos localizados.
Intentan luchar contra las bacterias y evitar la inflamación. Los acnés severos
y extendidos pueden ser controlados gracias a fármacos por vía oral. Pero
existen algunos cuidados menos agresivos.
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La Limpieza:
Para el cuidado normal de la piel, existen
productos que limpian la epidermis de la impurezas y del exceso de sebo, sin
resecar ni irritar. Puede elegir un jabón suave, un pan dermatológico, un gel
espumoso o un leche y una loción desmaquillante que convienen apara las pieles
grasas. Los chicos deben afeitarse lo menos frecuente posible y utilizar una
espuma de afeitar que contenga un antiséptico.
También se recomienda lavarse el pelo por
lo menos dos veces a la semana.
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Los Productos de cuidado y
los Cosméticos:
Mientras que las pieles acneicas sean
grasas, necesitan recibir una hidratación. En general vale una crema hidratante
reguladora que matificará la piel. En caso de tratamiento por vía oral, el uso
de una crema más rica puede a llegar a ser necesario.
El maquillaje también tendrá que ser
formulado para las pieles grasas, con agentes hipoalergénicos y no
comedogenicos.
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La Protección al sol:
El bronceado puede ocultar el acné pero los
beneficios son temporales. Al sol, una
protección con índice alto es indispensable. Existen filtros solares adaptados
a las pieles acneicas como un gel o una loción.
Hoy varios productos intentan responder de
manera específica a los problemas del acné, como lociones purificantes, gel limpiador
sin jabón, tónicos y una gama de productos que puedes encontrar en tu farmacia más
cercana.